"Hago este libro como un reto ante la muerte que toda danza debe encarar". Gladiola Orozco

Ballet Teatro del Espacio: aquí, ahora

Por Gustavo Emilio Rosales

"El Ballet Teatro del Espacio bajó su telón para siempre". Esta es la primera frase de una carta pública fechada el 3 de diciembre de 2009; al calce se encuentran estampadas las firmas de Gladiola Orozco y Michel Descombey, los directores del colectivo de danza contemporánea que con la circulación de este mensaje vio liquidada una historia artística significativa, que duró poco más de cuatro décadas.
    Dos funcionarias que por entonces encabezaban puestos principales en el Instituto Nacional de Bellas Artes, la directora Teresa Vicencio Álvarez (burócrata de rancia estirpe panista, quien también promovió cambios atroces en el Palacio de Bellas Artes, so pretexto de remozar este histórico inmueble) y María del Carmen Bojórquez Tapia, Coordinadora Nacional de Danza (cuyos hijos obtuvieron becas considerables durante su gestión y quien hoy sigue gozando de un alto sueldo por parte del INBA a causa de una labor que no está calificada para realizar: la dirección editorial de una revista electrónica), llevaron a cabo esfuerzos tendientes a recortar el subsidio institucional que habilitaba a Ballet Teatro del Espacio para desempeñar sus labores con estabilidad: brindar clases, funciones y programas didácticos de danza; así como ser núcleo indispensable para la colaboración creativa con coreógrafos, músicos, literatos y artistas plásticos; todo esto es un espacio propio -ubicado en el corazón de la hoy trastocada Zona Rosa-, que llegó a ser referente cultural de la vida pública de una ciudad en esos tiempos llamada "Distrito Federal". 
    No se cumplen aún siete años de dicho carpetazo y el contexto que miró morir a Ballet Teatro del Espacio es completamente distinto. La ciudad es otra y abandonada a su suerte. La fiebre del smart phone y correlatos acentúa velozmente la atomización de la sociedad; algunos de quienes levantamos la voz en contra del cierre de BTE o han muerto o hemos sido vetados de las opciones institucionales de desarrollo. Uno de los dos firmantes de la misiva mencionada, ante el derrumbe de su último gran sueño, prefirió morir antes que continuar envejeciendo en el sepulcro de su pérdida (leer el artículo Michel Descombey ha sido asesinado). Lo que antes fue el Teatro Espacio Cultural, sede de la compañía, hoy es un estacionamiento desbordante de mugre y foco vigoroso de contaminación.
    Sin embargo, la maestra Gladiola Orozco decidió recorrer un camino inverso al del derrumbe. Tragándose a plena luz las lágrimas, remató el acervo escenográfico en venta de garage, donó una gama variopinta de objetos despachó asuntos administrativos concernientes al cierre de lo que también fue un centro importante de trabajo, se echó sobre los hombros el vapuleado ánimo de su compañero y cómplice de mil y una existencias y así marchó a su hogar, decidida a emprende la construcción de los cimientos de la manera en que el Ballet Teatro del Espacio habría de seguir vivo.
   Esa manera es una memoria editada en tres tomos, donde ha quedado plasmada la coreocronología de BTE, por medio de la transcripción -acompañada por fotos y algunos textos descriptivos- de las informaciones contenidas en decenas de programas de mano, de 1966 a 2009. No es una historia crítica ni mucho menos un relato novelado: se trata de la historiografía documental de la agrupación mexicana, decantada con rigor de monje escriba por la maestra Orozco y su asistente indispensable y no menos tenaz, Úrsula Alida Vázquez Tovar La tríada editorial, bautizada Memoria. Ballet Teatro del Espacio y sus antecedentes, verá la luz mañana sábado 9 de julio, en el Teatro del Palacio de Bellas Artes (el mismo que Vicencio se encargó de desmerecer), a las 19 horas, con una función especial de danza. Quienes, en unas horas, reciban o adquieran esta publicación notarán que tiene el sello de patrocinio de las instituciones que hace casi siete años impactaron de muerte al Ballet: se trata de una imagen fiel de México, un país que no entenderás si te demuestras inhábil para abordar la paradoja que cava en un absurdo a veces bullanguero y prodigioso; a veces -y con mayor frecuencia- asesino y soez.  


"Ballet Teatro del Espacio no fue una compañía oficial. Fue un colectivo independiente, sostenido durante gran parte de su vida por la institución federal, debido a que demostró ser gran formador de público para la danza y, sobre todo, ente creador de obras de excelencia, que marcaron etapas significativas para la escena mexicana. El apoyo institucional mencionado nunca fue del todo fácil de obtener, mucho menos de sostener; pero fue en una plática con Consuelo Sáizar (directora de Conaculta en 2009), la jefa de Vicencio, donde yo me percaté que el fin de nuestro proyecto era inminente. La señora me preguntó para qué necesitábamos dinero, si Gloria (Contreras) podía sostener su grupo (el Taller Coreográfico de la UNAM) sin pedir a cada rato. Allí me di cuenta de que los burócratas en turno y nosotros hablábamos dos idiomas que, por paralelos, nunca habrían de coincidir. La invité a asistir a nuestras funciones, a mirar nuestro espacio, a dialogar con los bailarines. La esperamos hasta el último día. Nunca se presentó", me comenta la maestra Gladiola Orozco en la luminosa intimidad de su hogar, rodeada por objetos de belleza y saber; un ámbito en el que predominan la gentileza de la madera y la caricia de texturas artesanales.
    "Hago este libro como un reto ante la muerte que toda danza debe encarar", afirma, contundente, la maestra. "La danza es evanescente, sólo vive instantes para después habitar la memoria de sus testigos. Es necesario, indispensable, que exista huella de su paso por el mundo. Mire: yo me sentí profundamente decepcionada y triste por que el fin de Ballet Teatro fue brutal; pero también porque en ese contexto doloroso cobré conciencia de la poca importancia que la danza como arte tiene en un país como el nuestro, donde hasta las personas que se dicen intelectuales desconocen los fundamentos del oficio creativo de bailarines y coreógrafos. Hago este libro, entonces, como un desafío al olvido de la danza".
    "Incluso en las investigaciones en torno a la llamada Época de Oro de la Danza (el movimiento mexicano de danza moderna, acaecido en la primera mitad del siglo pasado), que ha sido la más estudiada hasta el momento en México, existen lagunas considerables. Se habla mucho de los protagonistas, pero no se sabe al detalle todo lo que hicieron ni mucho menos qué procesos y procedimientos siguieron para hacer las obras que hoy se estiman como magníficas. Yo no quise que ocurriera lo mismo con Ballet Teatro del Espacio, que se hablara de él sin un conocimiento veraz de cuán amplios fueron sus trabajos y los alcances de sus trabajos; sin conocer cuántos y quiénes son los que hicieron realidad este proyecto irrepetible; por este motivo, Memoria es también mi forma de rendir homenaje a todos y cada uno de mis compañeros, comenzando por el maestro Descombey", agrega la maestra Orozco.
    Observo detenidamente la edición tripartita mientras que un gato señorial hace su entrada deslumbrante al interior del recinto, en el que ya se presagia un futuro aroma a lluvia. Me conmueve hasta la médula constatar que sin la decisión inquebrantable de esta mujer guerrera, el compendio histórico que tengo entre manos habría sido poco menos que humo. Recuento puro y duro es: toca a nosotros, sus lectores, colocar a voluntad los filtros de la interpretación


"Mi gran recompensa en la ardua labor que significó gestar Memoria. Ballet Teatro del Espacio y sus antecedentes ha sido verme inmersa en un proceso de amor. Descubrí que mi corazón es incapaz de encarnar rencor o algún sentimiento destructor. Lo que pudo haber sido malo, lo que hubiera podido ser de otra manera, quedó en un ámbito ajeno a mí. Cierto es que después del fin de la compañía quedé agotada, sumamente triste además por darme cuenta de cómo repercutió este evento doloroso en la salud del maestro Descombey; pero en vez de tirarme a la perdición, de ir a desahogarme a las pulquerías o las cantinas, me dediqué a trabajar en esto con amor, con ahínco, con precisión; con integridad, tal y como lo merecen las personas que compartieron conmigo este tramo de mi vida y de la historia de México. Cabe mencionar que en el transcurso de este reto me hicieron compañía emotiva presencias de amistad que han sido determinantes en mi vida, como la de mi confidente y maestra Guillermina Bravo, como la de la incomparable persona y artista que fue Rocío Sagaón. El desafío fue grande, sí; no imaginé al principio que fuera algo inmenso, como se puede constatar. Aquí y ahora, tiene usted entre manos lo que ha sido Ballet Teatro del Espacio: un movimiento colectivo, incidiendo con determinación en la cultura de su época. Mire bien, ¿lo ve?".